...Y entonces, después de disparar, apagué la cámara. Fue al darle el poco dinero que llevaba encima cuando se levantó y mirándome fijamente a los ojos, echó a correr. Nada me dijo y nada pude preguntarle. Me dejo alli de pie, confundido y desarmado, observando cómo se alejaba y comprendiendo que, como a ella, me pasaba a mí. La realidad nos aplastaba.